jueves, 25 de junio de 2009

HUELLAS DE LA ARQUITECTURA COLONIAL DE BUENOS AIRES

HUELLAS DE LA ARQUITECTURA COLONIAL DE BUENOS AIRES
Unas treinta casas históricas sobreviven en el barrio de Flores
Algunas en buenas condiciones y otras en peligro de demolición, aunque fueron incluidas en el área de protección histórica
Allí residieron muchos personajes de la política, las artes y las letras argentinasEl Camino Real del Oeste estaba rodeado de quintas y chacras; las casonas, coronadas con magnolias, y los patios, con olor a glicina. De aquella época quedan huellas atravesadas por un tránsito atestado de colectivos y un ritmo comercial impresionante. En los alrededores de ese Camino Real, hoy convertido en la avenida Rivadavia, unas 30 casas históricas del barrio de Flores se resisten al olvido.Allí vivieron los escritores Roberto Arlt, Baldomero Fernández Moreno, Alfonsina Storni y Oliverio Girondo; el músico Agustín Magaldi, el cantante Hugo del Carril. Y mucho antes, Juan José Paso, el padre de Bartolomé Mitre, la madre de Julio A. Roca, el vicepresidente Marcos Paz y el doctor Pedro Goyena. Además, Flores fue escenario de la promulgación de la Constitución Nacional de 1853 y de la firma del Pacto de San José de Flores en 1859.Una ley de octubre del año pasado declaró a unas 30 casas parte del Area de Protección Histórica (APH). Sin embargo, algunas corren peligro. La más antigua del barrio, perteneciente a Antonio Millán, uno de sus fundadores, ya fue demolida.En un recorrido por el barrio se pueden encontrar leyendas y secretos que formaron la identidad de Flores, como, por ejemplo, los túneles secretos de la ex mansión Las Lilas. Allí, en el pasaje La Porteña entre Rivadavia y Yerbal, donde hoy funciona la escuela Fernando Fader, desde el sótano se accede a pasadizos (no abiertos al público) que recorren varias cuadras bajo tierra y llegarían hasta la Iglesia de San José de Flores. En uno de ellos todavía están en las paredes los grilletes que se usaban para los esclavos.En esa misma casona de estilo Tudor funcionó el Club Flores entre 1917 y 1923. En la casona todavía se conserva un vitral inglés con uniones de plomo, un reloj de época y el patio de carruajes.En Flores también está la escuela más antigua de la ciudad y la única que, además, tiene una galería de arte. Ese museo, que funciona en el salón de actos de la escuela, fue fundado en 1963 por Benito Quinquela Martín, quien donó el primer cuadro: "Hora azul en La Boca".Hoy la escuela-museo "J. J. de Urquiza", en Yerbal 2370, tiene 320 obras —entre pinturas y esculturas— de artistas como Raúl Soldi, José Murcia, Guillermo Roux y el escultor Juan Carlos Vergottini.Otra de las casas históricas del barrio es la Mansión Flores, que ocupa la manzana de Yerbal, Caracas, Gavilán y las vías, y que marcó un estilo en su época. La mayor parte de las 95 familias que viven allí están desde su inauguración en 1924.El lugar, con patios, pérgolas y palmeras, tenía un cine que hoy está transformado en el atelier del pintor Piero Rossi."Cuando mi familia vino a vivir acá en 1924, pagaba 70 pesos de alquiler por el departamento 62. En esa época también vivía en la mansión Roberto Arlt", cuenta Alberto Consiglio, que sigue viviendo allí."Esto era una gloria para los chicos, había fuentes con pescaditos, glicinas...", recuerda Elizabeth Vernieri, que vive ahí desde 1950. Las fuentes desaparecieron pero se conservan las baldosas originales de la fábrica de ladrillos La Nacional.Un mundo aparteHasta 1938 funcionaba un teléfono público, nadie tenía llave de la puerta de entrada porque siempre estaba abierta y los portones laterales sólo se abrían para las ambulancias o los coches fúnebres. Había una campana en la entrada que hacía sonar el cartero cada vez que llegaba."Era como vivir en un mundo aparte. Estaban la nieta de Guido Spano y las tías de Rafael Obligado, que nos regalaban estampitas", cuenta Consiglio.Los ladrillos rojos que se destacan en la esquina de Caracas y Rivadavia son los mismos que se colocaron en 1826 cuando se levantó allí la Escuela de Niñas. Pero en 1893 se construyó otra institución bautizada como "Escuela de Niñas de la señorita Chapot", en Fray Cayetano Rodríguez 95. En 1922 se convirtió en Escuela de Varones y enseguida fue rebautizada "Leandro N. Alem", tal como se la conoce hoy.El pasado se cuela por los adoquines del patio, los pisos de madera, las cerámicas que forman guardas de colores y la fachada de estilo colonial del café La Subasta, en Membrillar 66. Residencia de la familia Piana, en una época funcionó allí una fábrica de pianos.Casas como La Antonia, en el corredor histórico de las vías del ferrocarril, las típicas "chorizo" de Terrada al 200 o la casa Rodríguez de Bacacay al 2700, están deterioradas y en situación de peligro porque no reciben mantenimiento."Algunas de estas construcciones corren el riesgo de convertirse en casas tomadas y otras pueden ser demolidas como ocurrió con la de Millán", dijo Angel Prignano, presidente de la Junta de Estudios Históricos de Flores.La casa del coleccionista Alejandro Rosa, la de la familia Fernández Ramos y otras construcciones que en alguna época lucieron balcones, torres y balaustradas hoy están en proceso de deterioro."En este mundo globalizado que entierra las singularidades, tenemos que defender la cultura local empezando por la memoria de los barrios, que es donde se formó nuestra identidad", dice Prignano, y da como ejemplo la casa natal de Hugo del Carril, en San Pedrito 258, hoy tapiada. También Enrique Cadícamo y Juan Domingo Perón, con su primera esposa, vivieron en el barrio y frecuentaban los bares de la avenida Rivadavia.El Palacio Miraflores, el Teatro de Flores, el cine Pueyrredón, el Hotel Anglo Argentino fueron algunas de las edificaciones que, como la casa Millán, desaparecieron. Los vecinos están alertas para que no pase lo mismo con el resto del patrimonio histórico del barrio. SANDRA COMMISS. Del Diario Clarin

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