martes, 14 de septiembre de 2010

EDIFICIO KAVANAGH Nuestra proa al modernismo


Representante de los albores de la modernidad porteña. Rascacielos monumental que conjuega en sí mismo las contradicciones de una época problemática, conservadora y renovadora a la vez, el edificio Kavanagh, inaugurado oficialmente el 15 de enero de 1936 en la esquina porteña de San Martín y Florida, es una obra paradigmática de la Arquitectura Moderna argentina.
Fue el estudio Sánchez, Lagos y De la Torre el encargado de llevar a la realidad el sueño de la visionaria Corina Kavanagh, rica heredera de 39 años, quien decidió vender dos estancias para construir una lujosa torre escalonada de 120 metros de altura, con los servicios más modernos. Desafiante a las críticas, el edificio Kavanagh era por entonces el primer rascacielos porteno y el más alto del mundo construido con estructura de hormigón armado.
Originalmente pensado como un edificio de renta segura (departamentos para alquilar a las familias ricas vinculadas a los negocios agrarios) el Kavanagh fue el emergene de una década compleja, signada por la industrialización, la imigración, el avance del fascismo y, también, el surgimiento de las vanguardias.
Si bien las nuevas tendencias del arte se hacían eco de los cambios sociales y culturales en todo el mundo, fue más bien la actitud ecléctica del estudio de Sánchez, Lagos y De la torre lo que les permitió hacer arquitectura moderna sin complejos. Los arquitectos tomaron lo que era un movimiento renovador de la arquitectura como si se tratara de un estilo más. Así, mientras el diseño del Kavanagh expresaba la austeridad del Racionalismo, su vanguardia abonaba la polémica sobre la funcionalidad de los rascacielos.


A principios del siglo XX, el concepto de rascacielos se había comenzado a discutir en todas partes como consecuencia del modelo estadounidense. Se puede decir que la expansión de la economía y de la industria de la construcción de finales del los años 20 estuvo marcada tanto por el crack financiero, como por el surgimiento de estos nuevos modelos de inversión y construcción.
El Kavanagh encaró esta conyuntura de manera decidida y creativa. Su empleo del hormigón armado y el hecho de que no fuera, como los ejemplos estadounidenses, un edificio de oficinas, sino una monumental casa de departamentos, lo convirtieron en un modelo a seguir que signó la producción arquitectónica de la Argentina.
Si bien este emprendimiento se llevó a cabo en forma paralela a la construcción del Rockefeller Center, en Nueva York su destino habitacional y no comercial lo convirtó en casi un reflejo invertido del ejemplo neoyorquino.
Para alcanzar los 30 pisos y 120 metros de altura que tiene la torre, el estudio tuvo que ceñir las plantas el perímetro triangular del predio. Durante el desarrollo del proyecto la municipalidad porteña autorizó a aumentar la altura original abriéndose como compensación una calle transversal de uso semipúblico. El aspecto más atípico del edificio fue la distribución de los ascensores, ubicados en distintos puntos de la planta triangular para permitir el acceso individual a los departamentos evitando los curces entre vecinos.
Su construcción demandó apenas 14 meses, todo un récord para la época. Los pisos y las puertas se realizaron con roble de Eslovonia y caoba, los herrajes se diseñaron especialmente en aleaciones de metal blanco evitando exponer a la vista clavos y tornillos de fijación.
La planta baja del edificio se caracteriza por la amplitud con la que fueron tratados sus diferentes ambientes de recepción, entrada de automóviles, salones de espera galerías y vestíbulos. Además, en este área pública se mantiene una independencia total de los ambientes respecto de los accecos y zonas de servicio.
El característico escalonado del edificio dió origen a terrazas y miradores que pertmitieron que el 30 por ciento de los departamentos tuvieran expansiones al aire libre, algunas de las cuales por sus dimensiones llegan a ser verdaderos jardines.
Corina Kavanagh reservó para ella el piso 14 el único que ocupa toda la planta, con casi 700 metros cuadrados de superficies y una gran terraza en la proa, más dos jardines en los laterales. A fines de 1948, alquiló su piso a la familia del banquero Henry Roberts, que todavía lo ocupa.
Merecedor de numerosas distinciones, el Kavanagh con su morfologá y su distribución funcional constituyen un ejemplo de vanguardia adecuado a la relaidad argentina de esa época. Como el paradigma de una sociedad en plena transformación, el Kavanagh combina innovación, lujo y comodidad.



Los Autores
Sánchez, Lagos y De la Torre
Los responsables de concretar los sueños de Corina Kavanagh y darle forma a su edificio de renta fueron los integrantes del estudio Sánchez, Lagos y De la Torre, constituido en 1920 por Gregorio Sánchez, ingeniero (UBA), Ernesto Lagos, arquitecto (UBA) y Luis María De la Torre, quien no finalizó sus estudios de arquitectura.
A estos creadores se los asocia con el surgimiento y desarrollo de la Arquitectura Moderna de Buenos Aires gracias a edificios como el de Libertador y Lifinur (1935) o el propio Kavanagh. Una lectura atenta de su obra muestra permanentes vaivenes entre rasgos tradicionales académicos y rasgos renovadores contrastes comunes a la producción porteña del período 1920-1940. En su comienzo, su actividad se concentró en el diseño de viviendas de gran categoría y en edificios de renta. En todos los casos, es posible apreciar la variedad estilística de sus fachadas, que van desde el Túdor hasta el racionalismo más despojado.
Si bien el Kavanagh es su obra más famosa, el edificio de Lafinur es considerado uno de los mejores representantes del racionalismo local. Completan la lista de edificios racionalistas los de México 543 (1934), el rascacielos de El Comercio, en La Plata; el de Charcas y Ayacucho (1935) y los ateliers para artistas en Tres Sargentos 337 (1937). La Segunda década de actividad del estudio (1930-1940) incluyó también obras y equipamientos.



Ficha Técnica
Proyecto: Estudio Sánchez, Lagos y De la Torre.
Inauguración: 1936.
Construcción: Empresa Constructora Rodolfo Cervini S.A.
Terreno: 2.400 m2.
Superficie edificada: 25.800 m2.
Premios y Distinciones: Premio Municipal de Casa Colectiva y Mejor fachada (1936); Mención Honorables del American Institute of Architects (1939); fue declarado Hito Hitórico de la Ingeniería Civil Internacional, de la Asociacion de Ingeniería Civil de los Estados Unidos (1994). Y fue declarado Patrimonio Mundial de la Arquitectura de la modernidad por la UNESCO (1999).



El Movimiento
Arquitectura Moderna en la Argentina
El concepto de arquitectura Moderna (AM) se asocia habitualmente a las ideas funcionalistas, racionalistas, contmporáneas maquinistas cubistas y de vanguardias que dominaron los comienzos del siglo XX.
Por un lado, la AM fue consecuencia de un proceso mayor de masificación y adaptación a las condiciones de producción, que afectó a las artes y al diseño en general y que tuvo entre sus principales exponentes a la escuela Bauhaus, fundada en 1919 por Walter Gropius en Alemana y, dentro del arte abstracto, a pintores como Kandinsky, Melévich, Mondrian y Paul Klee. Por el otro, como producto cultural, la AM se erigió como cuestionadora de los valores tradicionales y defensora de la experimentación tanto tecnológica como coneptual. La figura más representativa del movimiento fue Le Corbusier, quien brindó conferencias en Buenos Aires en 1929.
Por sus líneas de diseño, el Kavanagh, dentro del amplio campo de la AM, se identifica con la arquitectura racionlista, que se caracterizó por su austeridad, la falta de ornamentación decorativa la vastedad de los materiales y los volúmenes de geometría perfecta, cubos y prismas cuadrangulares. Por su funcionalidad, en cambio, el Kavanagh se une a la tendencia estadounidense de grandes edificios, ejemplificada en Buenos Aires también, en los rascacielos SAFICO y COMEGA. La producción arquitectónica de la Argentina entre 1930 y 1939, si bien cumple los procesos de cuestionamiento de la legalidad clásica, nunca llegó a radicarse de manera tajante, ganando en un eclectisismo sincrético, que acopió rasgos de varias tendencias. La AM argentina de ese período se caracterizó por ser sólida, discreta, muraria, opaca, con voluntad de permanencia y tendiente a la abstracción, aunque sin descuidar la funcionalidad. Este rasgo conservador se debió básicamente a que la modernidad en nuestro país se gestó no gracias a un proceso de masificación popular, sino a través de las capas dirigentes y los sectores económicos tradicionales. De esta forma, tuvo un valor retórico que no hablaba de un progreso estructural y que sólo se estaba produciendo de manera parcial. En este sentido, el edificio Kavanagh constituye un perfecto ejemplo de esa ambigüedad.



Viviendas y Obras
La década que va de 1929 a 1939 estuvo marcada por procesos de crisis y rápidas transformaciones tanto nacionales como mundiales. En el comienzo fue el crack económico de Wall Street y la recesión en el mundo occidental, mientras que el final fue testigo de la invasión de Adolf Hitler a Palonia y el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial.
A nivel nacional, en 1930 había comenzado la década infame, (así llamada por la vigencia del fraude electoral) con el golpe de estado de José Uriburu que determinó la caída de Hipólito Yrigoyen.
En un contexto de cambio y movilidad social nunca antes vistos, tubo vigencia la dialéctica nacionalismo/internacionalismo así como el escenario de la vinculación de las vanguardias entre arquitectura y revolución. Los sistemas pólíticos de esta década (democráticos o totalitarios) valoraron la edificación pública, la creación de centros urbanos y las obras de vivienda popular como motor esencial de la reactivación de la economía después de la gran depresión.
Buenos Aires cambiaba a ritmo acelerado, y el flamante rascacielos era parte de ese cambio vertiginoso. Es así como la obra del Kavanagh fue contemporánea de la construcción del Obelisco y del ensanchamiento de la avenida Corrientes. A nivel cultural la modernidad tenía una presencia fuerte gracias a publicaciones como la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo y a escritores como Jorge Luis Borges, Eduardo Mallea y José Bianco.

Por Diario de Arquitectura
Diario Clarín

martes, 27 de julio de 2010

La importancia de elegir el estilo de la casa a construir

En el desarrollo de la profesión, a traves de los años, he visto que los clientes muchas veces se encuentran con el problema de elegir el estilo arquitectonico con el que se proyectará su vivienda. Los jovenes que compran un lote, generalmente no tienen en cuenta que a la misma cantidad de ambientes y con la misma superficie edificada, el resultado de la inversión puede variar hasta en un 35% más según el estilo que se elija.Ya sea por la carpintería si se coloca de aluminio o de madera , con molduras, arcos y columnas trabajadas, etc. Y hay que tener en cuenta que, lo impotante es un buen proyecto, muchas veces vemos que una casa con mucha inversión realmente no es un buen diseño. Con esto dejo pensando a muchos interesados, y aconsejo que vean con su arquitecto cual es el estilo adecuado, para la etapa de su vida, la forma de vida de la familia y el presupuesto que se dispone para realizar dicha obra.